martes, 14 de agosto de 2007

La abraza el sin sentido
y se tira a dormir
(de nuevo)
(le escapa al ruido,
quizás así le goce un “oolee” al morir)
pero los sueños la acechan
y muere dormida,
muere despierta.

Se picanea el bocho
con nostalgias pasadas.
Le picanean el cuore
por un par de enrosques
en los que ella no puede verse reflejada.
Se siente disminuída
y todo lo que toca lo descuida
(jodido cuelgue tiene con su vida).
Se va haciendo inmune al dolor,
de golpe en golpe,
(pero no de golpe)
y ya casi que no castiga
pero tampoco se olvida.

Hay que aprender a despegarse.

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