Cuando está tranquila
puede ver el aire que mueve a las hojas.
Ahora respira hondo
(de a poco la cuerda se afloja).
Si le diera una mano,
ella le daría la vida.
Si no le diera nada,
al menos se la prestaría.
Su voz pinta de rojo
los labios violáceos
de la fría pasión
que al dolor, fanatizó.
Su suerte no esconde amuletos.
Su miedo no quiere quedarse quieto.
A veces es peor el remedio.
NUNCA es en vano el intento.
Si pudiera meterse un ratito en su alma
y ver las cosas desde adentro:
se perdería la magia,
se saciaría la intriga,
desaparecería la ilusión de la fantasía.
No tiene sentido entenderse.
Caminemos con los sentidos.
Tropezemos cuando estallen las venas.
Vivamos de acuerdo a los latidos.
domingo, 2 de septiembre de 2007
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