jueves, 24 de abril de 2008

.Mi-la-gro-sos.

Te tengo arriba mío
con la luna sobre el cuerpo.
¡Qué encendida parpadea!
La ilumina tu reflejo.

Y en los rayos de tu pelo
como aureola se te posa,
siendo el ángel milagroso
a quien rezo mi deseo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El reflejo te pertenece, porque en esa transparencia lo que llega al cielo es tu luz que me traspasa, que me inunda, me desborda, me diluye.
Gracias por esa oración compartida, por los suelos y los cielos, por la fe y los colores.
Te amo. Con todas las palabras y todos los silencios, te amo.