Y al fin llegó lo que no esperaba.
Lo que me desesperaba.
El saber si rozar el fondo de la copa
me haría sentir satisfecha.
Pero ahora, más vacía y deshecha,
huelo el aire del otoño
y no encuentro retoño por nacer.
Tengo el cuerpo todo tieso
y una intranquilidad que abarrota
las plumas de mi cordura.
Tengo miedo a la locura
porque la siento muy vecina.
Muerdo el cuero y la banquina
de sus dotes escandalosos.
Es que tengo un filtro en la cabeza
que retiene los colores
y degrada los sabores
que perfuman mi inocencia.
lunes, 23 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario