El aire se prepara para la caída y quiere llevarme con él. Yo me dejo pero no me preparo mucho. Espero sólo que suceda cuando tenga que ser.
Miro al cielo y me pinchan las ramas del árbol que veo. El sol me martilla la cabeza y me duelen los ojos al ver. Entonces elijo no ver porque lastima.
Y mi suerte ahora es un castigo por las veinte mil millones de cosas que podría haber sido, y que no fui.
sábado, 22 de agosto de 2009
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