miércoles, 29 de junio de 2011

Cae una lluvia espesa, ruidosa, áspera...
La eterna noche se dibuja frente a mí como una neblina constante, opacadamente brillosa. La observo y me desdibujo, curiosa por encontrar la gota que rebalse este balde lleno de cosas. Ansiosa, me vuelco a la humedad y me hundo en vacíos intensos que van flotando en la rugosidad de las atormentadas nubes de este invierno. Y me revuelco con la punción de cada rayo y bajo el ensordecedor sinsabor de cada trueno.
Despierto, y no estaba soñando,
pero tampoco viviendo.