domingo, 19 de octubre de 2014

Hay una fantasía que intenta replegarse porque no puede manifestarse en la decepcionante realidad. Tras horas y días consumados con imágenes etéreas que no han podido traspasar los grises de la materia, decide deshacer su forma para rearmarse y convertirse (quizás) en un nuevo modelo que permita apaciguar un poco más el permanecer en el estado sólido de la edad, que espera ese encuentro que atraviese cuatro pupilas y rompa el cristal que envuelve el líquido que precisa derramarse.

Intento frenarla, le pido que se expanda para que nos sigamos derritiendo con las realidades que habitan en la mente y se hacen carne en el cuerpo porque aunque no puedan tocarse, se pueden sentir y esas sensaciones (etéreas) sí atraviesan ese maldito límite y se plantan, desde el momento en el que hacen palpitar párpados y corazones, en el ámbito de lo real.