Hay un lugar sagrado,
un tiempo de ritual
en el que soy danza, adoración,
diosa y fuego.
Absorbo melodías,
transpiro algo guerrero.
Derramo todo mi espíritu
y me lo devolvés más entero.
Sabés cómo renacerme,
brotando de tu sangre,
siendo flor de tus espinas
(que son las mías).
Y puedo morirme adentro tuyo
porque me vas a dejar en el aire
palpitando cada oleaje
del rugido de tu alma.
Definitivamente es tu alma
(que es otra cosa)
lo que aún sostiene mi aliento.
lunes, 23 de mayo de 2016
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