lunes, 23 de mayo de 2016

Hay un lugar sagrado,
un tiempo de ritual
en el que soy danza, adoración,
diosa y fuego.

Absorbo melodías,
transpiro algo guerrero.
Derramo todo mi espíritu
y me lo devolvés más entero.

Sabés cómo renacerme,
brotando de tu sangre,
siendo flor de tus espinas
(que son las mías).

Y puedo morirme adentro tuyo
porque me vas a dejar en el aire
palpitando cada oleaje
del rugido de tu alma.

Definitivamente es tu alma
(que es otra cosa)
lo que aún sostiene mi aliento.

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