Qué mágica
sabrosura
volver a
sentir la ternura
de un
corazón en celo.
Aunque los
latidos
se quedaron
conmigo
sin poder expresarse
es mejor
haber sentido
y tocado un
poco el cielo
antes de
empezar a desarmarse.
Años de
piedras
sin llegar
a la sensación
más bien
encerrada en la prisión
de quien no
siente nada.
Y de golpe
una mirada
te devuelve
la esperanza
desoxidando
el corazón.
El alma que
se escapa
a través de
sus pupilas
no habita
en todo cuerpo
y es por
eso que engrandezco
este atinado
sentimiento
que no
traspasará esos poros
pero conoce
su existencia,
ha compartido
su presencia,
y con eso
ya lo tiene todo.
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