domingo, 1 de julio de 2018


Qué mágica sabrosura
volver a sentir la ternura
de un corazón en celo.

Aunque los latidos
se quedaron conmigo
sin poder expresarse
es mejor haber sentido
y tocado un poco el cielo
antes de empezar a desarmarse.

Años de piedras
sin llegar a la sensación
más bien encerrada en la prisión
de quien no siente nada.
Y de golpe una mirada
te devuelve la esperanza
desoxidando el corazón.

El alma que se escapa
a través de sus pupilas
no habita en todo cuerpo
y es por eso que engrandezco
este atinado sentimiento
que no traspasará esos poros
pero conoce su existencia,
ha compartido su presencia,
y con eso ya lo tiene todo.

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