.PLUMAS DESDE EL CIELO.
Ese olor a frío, tan mágico y real como las fantasías más brillantes con las que a menudo mi mente suele deleitarse. Bebiendo con las manos de diminutos cristales casi imperceptibles al tacto, pero tan presentes como esa mirada que ha sabido congelarme el alma en diversas oportunidades.
Pero son tímidos. Tímidos y tiernos. Tanto que cuando oso acariciarlos puedo sentirlos aferrarse a mi piel (como abrazándome los dedos) y verlos uno por uno deshacerse de sus pelusitas para rápidamente camuflarse en gotitas de agua, quedando sobre mis palmas sólo la resaca de un llanto sereno y blanco (de ese tan familiar para este alma pero tan sorprendentemente nuevo para mi mirada).
Y el aire se hace humo. Y el cuerpo tiembla.
Y pintando vidrios con la respiración, con el aliento; vuelvo a disfrutar desde otra perspectiva ese gran banquete de magia bailando en el aire, la vida desenvolviéndose frente a mis ojos, el calor en mi corazón.
Qué cosa ¿no?, cómo estas mismas diminutas partículas de nieve han sido las reinas de mi fuente de inspiración en esos momentos en que el calor del infierno nos acechaba; quemándole con hielo la mirada, mordiéndome con fuego los latidos y matándome poco a poco, noche a noche, copa a copa, copo a copo.
lunes, 9 de julio de 2007
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