Pupilas que bailan. Señoras mimetizadas intentando ser esquivadas por aquellas despectivas miradas (como las suyas). Tradicionalmente legales. Juzgadores de pecados siendo curas encarcelados. Ladrones en la nuca. Termitas de cuerina. Abusadores de la conciencia más profunda cuando te gritan con desparpajo una verdad que escucharon por lo bajo y que creen como propia. Una verdad que se demuestra como tal en aquel que verdaderamente la crea (pobre de él, desde mí). Tenaz amenaza hacia el infierno. Soberbia amistad con un cielo que no existe en otro lado más que en la felicidad que no poseen. Porque con tanta prisa, tanta bronca, tantos prejuicios en sus gestos no podrían cultivar más que violencia en su ácida y lúgubre viveza.
Y es que el amor (cuando no es amor) te mata. Porque en su esencia nada duele. Porque, sin publicidades ni reclamos, te (con)mueve.
Qué fácil, para algunos, pronunciarla.
Qué pocos te lo entregan con el alma.
sábado, 14 de julio de 2007
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