Parecieran estar colgados en las nubes porque, a veces, descienden desplomándose sobre mí como llanto.
Y parecieran disiparse con el viento como nieve de verano.
Y en invierno parecen niebla, porque los veo difusos y me borran, en gran parte, el panorama.
Parecen hielo. Cuando logro rozarlos me resbalo, me congelo.
Parecen rocío, porque caen por la noche, porque casi ni los siento.
Y cuando todo amanece (menos yo) ya no estoy liviana como para remontarme detrás de ellos… ya no puedo.
jueves, 26 de julio de 2007
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