Cuando el humo escapa de mi boca hacia la libertad, veo al suelo como si estuviera volando por encima de las nubes, que viajan ligeras con mis soplidos, con mis ráfagas de aliento.
Y desde allá, los recuerdos de esta noche se vuelven sonrisas.
Es que esas miradas humedecidas, esos pómulos abultados tiernamente, y las cámaras cómplices de nuestro amor han delineado un arcoiris indeleble en el párpado superior de mi felicidad.
Y de frente percibí que había aprendido mucho de los mambos:
Como un profeta de endulzar corazones verdes que no dejan de brotar pimpollos encantados que de a poco van perfumando sus colores. Contagiando su fanatismo, predicando luz y mostrándonos con su experiencia los atajos.
Setenta puertas abiertas indicando la dirección de los caminos.
Yo quiero dejar huellas en cada uno de los míos (con esas señales como guía, acá conmigo), desgastando con deleite el piso.
.Todavía quedan rayuelas que me lleven al cielo.
sábado, 1 de septiembre de 2007
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