Me hundo en una almohada que tiene tallada tu respiración. Aspiro tu pasado aire y lo mezclo con el mío fresco, reviviendo tu seco sudor.
Me acuesto y me envuelvo en el escenario en el que amanecieron tus sueños, barro restos de pesadillas con el pelo y fantaseo con estar sacudiéndote los ojos desde adentro.
Me bautizo con deseos y al recostarme sobre ella, amanece todo mi cuerpo.
Un poco erosionada de noches en vela se encuentra esta tela, pero qué suave y luminosa me sopla al oído el aroma de algún vino, de alguna resaca que, sin querer, permanece en el olvido.
Revivo un poco de tu historia cuando me ciego en el calor de tus abrazos entre visiones de ojos cerrados, de tu llanto haciendo dedo, de tu boca seca de día, de tus pensamientos reposando de algún que otro suicidio de rutina.
Y acariciarla, y tocarte.
Y abrazarla, y apretujarte.
Y zambullirme en la blanca wonder de fibra hasta hallarte dormido, y quedarme dormida sobre tu sueño.
sábado, 3 de noviembre de 2007
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