Planeando voy como hoja liviana al viento,
trazando piruetas de brillo en cada pedazo de cielo.
Porque me vuelvo tan libre cuando me toca
ese rayo del sol que a todo mi ser descoloca.
Penetra en mi mirada
la luz que atraviesa sus pupilas 
y en ese instante me alucina
la magia de esa maravilla.
Prende esta mecha
y así me eleva
hacia el paraíso que es su cuerpo
y hacia el infierno que es el mío.
Infierno volcánico.
Delirio frenético.
Tormenta que está que revienta de amor y lo reinventa arrojando con saltos y ojos desorbitados los nubarrones que le pesan a uno.
Y luego, 
silenciosa quietud 
que lo viene a visitar 
al que siente que ha revivido.
domingo, 25 de abril de 2010
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