Una silla, una persona, un laberinto de sensaciones.
La misma silla, otra persona, el mismo laberinto de sensaciones.
Y yo, enfrente, como un espejo. Ubicada en el mismo lugar y en el mismo laberinto. Esas dos amigas son ese charco de agua en el que me veo reflejada a sol y a sombra. Con el mismo brillo y el mismo ruido. Con la misma deformación que el viento nos genera. Y el sedimento, todo el sedimento en la cabeza.
(Esa cabeza que va nublando al corazón).
1 comentario:
Me encantó! La simpleza. Quisiera poder publicar todo esto y compartirlo con más gente. Sos tan pura...
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