¿Cómo explicar tamaño sentimiento?
Palabras sinceras y apasionadas lanzadas como flechas que van envolviendo de una luz arcoírica el ya teñido de azul y rojo corazón.
Cantos desde el fondo más hondo de las gargantas penetrando en mis oídos en forma de viento cálido que va acariciando cada pedazo de este alma que se siente enteramente acompañada.
Bailes danzan desde las sonrisas, y empujados por una electricidad que va surgiendo de cada articulación van contagiándose los brazos y las manos hasta agitarse, las piernas hasta moverse y los pies hasta hacerlos vibrar. Esos brazos, esas manos, esas piernas y esos pies que saltan o derriban cualquier muro, cualquier obstáculo.
Torsos desnudos completamente abrigados por el fervor que ha gestado esta familia festiva que lucha por un sueño que cada vez está más cerca.
Luces como soles, como estrellas guías.
Humos rojos, azules… verdes.
Colores. Los de las venas, los de la sangre.
Y una finita luna que nos sonríe infinitamente porque VAMOS A VOLVER.
Esto es un sueño que como un lema se ha posado en la cuna de esta pasión y de un ideal. Porque esta lucha es algo tan profundo que traspasa el plano futbolístico para plantarse nuevamente en otro pedido de justicia. En la reivindicación del derecho que es la devolución de una casa que nos pertenece porque fue rapiñada por esas aves de subsuelo, como tantas otras cosas y seres. Acciones a las que sólo acceden quienes no tienen el valor, la humanidad, ni la grandeza como para obtenerlo legítimamente.
“Nos fuimos al descenso, nos vendieron la cancha. Lo que nunca pudieron es parar a esta hinchada que se hizo gloriosa en las buenas y en las malas. La que lleva en la sangre la pasión azulgrana. La pasión azulgrana…”
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