Pararme en frente de la puerta y escucharte. Sentir tu respiración.
Abrirla y que estés ahí, loca de alegría por verme. Que de la emoción te caigas de la cama al piso (de espalda) y que te vuelvas a subir de un salto, te revuelques y me entregues tu panza para que le regale amor táctil y besos. Y te huela: ese olor tan tuyo, lleno de oxígeno.
Ese esperarme tanto. 
Ese encontrarme sin reproches.
Que te acuestes a mi lado rozando sin excepciones alguna parte de mi cuerpo. 
Buscarme con la mirada y hablarme desde ella, siempre. 
Cuidarme hasta que el malestar cese estando al lado mío incondicionalmente 
y por placer.
Valorar profundamente mi compañía 
como yo la tuya.
lunes, 23 de enero de 2012
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