lunes, 16 de marzo de 2015

.INTROSPECTIVA.

De repente un viento se desata
y aviva el fuego que yacía latente
entre las cenizas incendiadas.
Se envuelve el aire en llamas
iluminando lo oculto por las sombras.
Ese fuego esperaba (paciente)
que alguna brisa lo sacudiera
revolviendo todo lo quemado,
reviviéndolo.
Se abre una cortina que parecía cerrada
dejando ver lo anulado
ya sin el polvo de las brasas
que descansaban, incineradas.
Entonces pude ver, con una nueva luz,
lo que permanecía derrumbado,
oculto, apagado
y aguardaba, agonizando,
ese instante de luz
que lo renaciera más claro
desde su propia muerte.

(Siempre el fuego, mecido por el aire, mueve las sombras.)

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