Esta vez me
tocó a mí
perder un
casillero.
Tenía pocas
fichas,
no empezaba aún el juego.
Siempre pude
recibir
al azar
y sus anzuelos
y por no
morder ninguno
hoy me
pierdo en el tablero.
Llegó el
momento de apostar.
El principiante
ya es experto,
y en un
paño desgastado
la racha no
pierde el tiempo.
Has ganado
tanto, niñita,
en pasión sin
sentimiento…
Si el
amor reparte cartas,
aprenderás un nuevo juego.
Se va
quebrando la coraza,
caen escudos
de otro tiempo.
Ojalá que
no me empañen
los cristales
del deshielo.
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