domingo, 10 de junio de 2018


Es tan delgada la línea del presente que naturalmente se invisibiliza por la curiosidad de mirar a cada lado del abismo de la mente. Lo que fue, lo que será, todo aquello que jamás sucedió ni sucederá fuera de esa cuerda vital que nos sostiene. Nuestro único suelo. Este único posible espacio y tiempo existencial sin tiempo. El hoy. El aquí. El ahora. Este instante. Siendo. Siempre. Eterno. Por más efímero que parezca.
Para no desperdiciar presencia, será bueno detener el péndulo que oscila entre los abismos, con el miedo constante de tropezar y caer hacia alguno de los lados, cuando quizás eso nunca suceda. O peor, ignorando la imposibilidad biológica de caer en alguno de ellos.

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