martes, 12 de junio de 2018
Qué hermosa revolución, el verde ya no es cualquier color. Es el matiz de la fortaleza, es el tono de la unión. No me quedan dudas de la certeza de que sólo se logra esta fuerza tras muchos años de dolor. Los cuerpos apropiados, prohibidos, sumergidos en el ahogo de una decisión hoy respiran profundo y sudan liberación. Ojalá que mañana, quienes se creen dueños de la moral que a ellos mismos engaña, puedan despertar, observar el verde brillo y comprender qué es un delito en la realidad del mundo de hoy. Habrá ciegos que no puedan ver, habrá ojos abiertos que no quieran ver, pero ya no habrá manera de detener el irrefrenable grito de los cuerpos que recuperaron la voz después de largos años de silencio.
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