miércoles, 27 de febrero de 2008

.Un panadero entre tus dedos
es como el aire flotando en el cielo.
Tengo un lápiz que respira humo cuando se enciende. Con él puedo dibujar en blanco y gris el aire, con él puedo quemarme. Si quiero también me pinto los ojos para romper un poco el rojo que baila alrededor de mis pupilas.
Pero hoy prefiero dibujarlo.
Y me subo a la escalera que hago nacer con algunos zigzagueos de mi mano. Empiezo a treparme con los dedos y en lo alto me abrazo de los escalones que ahora me escriben cosas en el aire.
Y dando saltitos desde la punta del volcán me transformo en una nube redonda y hueca, como un aro, como nuestro anillo de amor y empiezo a llegar flotando a una luna brillante y de cartón.
De cartón, pero brillante.

A veces soy una artista aérea de mis sueños, y a veces soy el vuelo de un artista en sueño cuando te pienso.

.De un muchacho en el asfalto.

Un poquito de verde, marrón y amarillo elegí como cielo.
Como nave: un banco de plaza blanco, gastado.
Como vuelo, infinitas castañuelas verdes con cuerdas graciosas que las sotienen desde arriba.
Una melodía de emplumados me anuncian la presencia de El Rey Farol.
Erguido, justo en el centro de la reunión, se muestra y se admira pero es simpático y tierno de corazón.
-"Hay una palmera tuerta, observen todos" dijo desde sus luces, El Rey Farol.
Los presentes, estáticamente asombrados, la miran fijo como subestimándola.

Sólo un pajarito quiere acercarse...
Va despacito, la mira, disimula, adelanta, se hace el distraído. Con movimientos tímidos da unos pasitos hacia ella y con sus patitas velozmente cortitas la pasa de largo, sin siquiera mirarla.

Y al ratito... el pájaro se voló.
Las nubes nos tapan el sol.
Pero también hacen desaparecer a todas las sombras.

martes, 26 de febrero de 2008

.Vol Viendo.

Y de repente me fuí.
Y hasta aprendí que extraño y necesito a tanta gente...
Y soy tan libre cuando libero a la mente.
Pero qué jodido que es. Tuve que entender muchas cosas antes. Hasta que "la libertad dependía nada más que de la mente". Porque yo no lo creía así. O no lo sabía (para ser más sincera).
Y le sigo dando batalla al prejuicio que me señala a la primera impresión o a mi vergüenza.
Pero le bajo el dedo como loco.
Y alocadamente se lo atropello con mi puño cerrado mientras jugamos al piedra, papel o tijera.
Ya se lo estoy tocando...
Lo estoy empujando.
Y la brisa que despliega cuando baja la mano es el aire que me va soplando despacito hacia el paraíso de vivir en libertad.
Y mirá vos...
No creía en algo que hoy es mi armonía, mi felicidad, mi sostén.

Y volví.
Con este aprendizaje y con una tosecita de esperanza.