Qué alivio que se siente cuando por alguna razón tenés el pecho oprimido, tenés el corazón contrayéndose por el frío de alguna circunstancia y estás en la calle y o por veguenza, o por falta de privacidad, o porque te estás por encontrar con gente que querés ver reír, o porque no tenés ganas de hablar del tema, o por etcéteras de motivos no lo largás y llegás a tu casa por ejemplo, abrís la puerta y casi antes de cerrarla estallás con toda la furia, con ganas de gritar hasta romper los vidrios y te das cuenta que no hace falta porque el vecino de arriba escucha tu llanto y con ese llanto se evacúa la tormenta, como si fueran esos endometrios que nos sangran a las mujeres en cada ciclo de lunas y se llevan con ellos todas las angustias que nos invaden cuando ese tejido se da cuenta que no hay nidos para calentar.
Qué sensación tan renovadora. Como un orgasmo, pero recontra bien acabado.
jueves, 19 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
.Impotencia.
Como un barco sin brújula me encontré en el momento exacto en el que podría haber sido el viento a favor para esa marea también sin norte pero sin descanso. Me volví una pasa de uva sin poder convertirse en doce ni en año nuevo, y estando en su mismo lugar tuve que tratar de ponerme en el suyo y no pude sacarla de esa baldosa a la sombra, ni empujar una puta nube.
Me gustaría poder acelerar el viento para mostrarle lo que esconde el cielo cubierto.
Me gustaría saber cuál es el secreto.
Y contárselo.
Me gustaría poder acelerar el viento para mostrarle lo que esconde el cielo cubierto.
Me gustaría saber cuál es el secreto.
Y contárselo.
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